Cuando comienzas una relación, si estás enamorado, empieza a sentir una sensación indescriptible, que te hace estar eufórico, y hace que sientas algo extraño en el estómago, que no hay que confundir con el hambre. Cada cosa que hagas, la vivirás con mucha intensidad. Si eres afortunado, este cóctel de emociones durará y, si bien con el tiempo menguarán, podrás mantener algunas sensaciones. Puede que incluso sufras una extraña enfermedad que nuble tus sentidos, impidiendo así ver lo que para el resto son obviedades sobre de tu pareja. Ya se sabe que no hay mayor ciego, que el que no quiere ver. Y cuando estamos enamorados, pensando que a nuestro lado está la más perfecta de las criaturas del universo, concebida especialmente para nosotros, no queremos que nadie nos saque de nuestro error.
Toda esta fuerza que sientas al principio puede que vuelva, si la relación termina, convertida en furia e ira, sobre todo si no eres tú quien quiso que acabase. Esto te curará de tu anterior ceguera y transformará todo lo que tu pareja te haya hecho sentir en algo malo, proporcionándote un dolor en el pecho, mezclado con unas ganas irremediables de desmitificar, e incluso romper o quemar, todo lo que tenga que ver con la persona que durante un tiempo te acompañó. También es posible que lo que desees romper sea alguna parte poco útil de tu pareja, como el dedo meñique, una uña del pulgar, o la cabeza. Pero eso lo único que hace es ocultar una verdad irrefutable: todavía quieres a esa persona. También es sabido que es más fácil mentir a quien no quiere saber la verdad. Y te dedicas ha hacer todo lo anteriormente mencionado, porque te sientes como un idiota por lo que consideras, ha sido una pérdida total de tiempo, esfuerzo y sentimientos.
Y entonces viene la parte difícil, siempre y cuando no te hayan hecho una gran putada, y la ira no te ha llevado a probar, de manera empírica, si la dureza de tu cabeza es mayor que la farola, que es llegar a entender que no has perdido el tiempo. Entonces puede que llegues a asumir que has amado a esa persona y que en tu corazón siempre ocupará una parte en la que la recordarás con especial cariño. Que el amor que sentías se habrá vuelto a transformar, o no, pero siempre seguirá siendo amor. Porque si amas a alguien con todas tus fuerzas, por mucho que quieras, nunca lo olvidas.